El mundo patas para arriba
Eloy Dewey Castilla.
Nos damos cuenta que en el mundo en el que nos ha tocado vivir, existen situaciones que no nos tienen lógica o no son del todo racionales y que nos llevan a cuestionarnos nuestras “verdades” o los datos estables como los hemos conocido o los hemos aceptado.
Por supuesto que el actor principal en la vida, es el ser humano que a lo largo de los siglos ha vivido y padecido sus naturales excesos por su irracionalidad.
Las tragedias de la vida son las mismas y se repiten. Sin embargo hay dos componentes que si hacen diferente a la época actual: la tecnología y la población.
El planeta tierra con 7,110 millones de habitantes en un mundo plano e hiperconectado nos está generado un mundo patas para arriba.
A partir de los años 50 la población empezó a crecer y se decía que no habría suficiente alimento para darles de comer. El fin de la unión de parejas ya no era la procreación para garantizar la sobrevivencia de la especie humana en la tierra.
Se inventó el control natal y por ende la planificación familiar para frenar el crecimiento poblacional con programas mundiales. El sexo pasó de ser reproductivo a recreativo.
La economía basada en el hedonismo, consumismo y el materialismo para llenar los huecos de la insatisfacción, dieron lugar a nuevas forma del comportamiento humano. Se ha puesto en entredicho el matrimonio, la familia como se conocía, las relaciones humanas entre personas de sexo diferente, los valores, el rol de la mujer en equidad con el hombre, etc.
El estándar de vida de la población ha ido en aumento por lo que el acceso de las juventudes al alcohol, drogas, viajes, satisfactores materiales, etc., ya no es una limitante para el desenfreno. Cuentan con dinero para gastar.
Una población que está en busca de romper tabúes otrora simulados para llegar a los máximos de placer y satisfacción.
La nueva realidad tendrá sus consecuencias y efectos, pero por lo pronto el mundo se ve patas para arriba en muchos ámbitos. Unos lo explican con lo que ellos vivieron y lo que ha cambiado. Seguramente si volvieran a ser jóvenes se comportarían como lo hacen actualmente y sus padres no serian como los de su época. La sociedad evoluciona para bien o para mal.
Si agregamos el tema tecnología, nos daremos cuenta que es eso lo que nos hace percibir que la velocidad con que suceden las cosas se ha incrementado. Que el tiempo pasa más rápido y que nos ha vuelto exigentes para tener servicios tan instantáneos como sea posible, al ritmo de las noticias. Todo es para ayer.
Esto reconfigura el comportamiento del ser humano al desear más satisfactores en el menor tiempo posible y con la mayor intensidad para hoy. “Mientras yo me sienta bien”.
La moda, las ideas y tantas cosas fluyen a raudales en todo el mundo y hasta cierto punto, de manera generalizada.
La competencia internacional demanda creatividad para ser diferente y único. Esa población de egresados que no encuentra suficientes fuentes de empleo que los orilla a crear sus propios negocios al poner en práctica sus ideas con acceso a tecnologías innovadoras.
La educación que ante el mundo virtual y de conocimientos disponibles con la tecnología, orillan a los centros educativos a replantear la manera de proveer a sus estudiantes, de herramientas enfocadas a que logren encontrar su expresión más auténtica que les dé sentido a sus vidas, más que a estar solamente informados con materias y conocimientos culturales que ya no les garantizan dar lo mejor de sí mismo, menos ser felices.
El estrés se favorece en este entorno, porque todo es cambio y éste es rápido. La adaptación ante nuevas circunstancias no se da natural ni sin fricción.
Una población con esquemas mentales diferentes y usando la tecnología, es una bomba que genera cambios y nuevos paradigmas. No han pasado suficientes años para analizarla, pero ante estos retos y novedades contantes, mas nos vale que cuando menos estemos más alertas.
Falta mucho por ver, pero seguramente ya sabemos lo que va bien y lo que no ayuda a la especie humana y su supervivivencia. |